Pensar la ciudad y la comuna

Por: Francisco Letelier – Patricia Boyco. Escuela de Líderes de Ciudad

¿Qué tipo de gestión municipal necesitamos en Talca? Una gestión municipal que incorpore la participación ciudadana y promueva procesos activos en que los ciudadanos se sientan corresponsables

¿Qué tipo de gestión municipal necesitamos en Talca? Una gestión municipal que incorpore la participación ciudadana y promueva procesos activos en que los ciudadanos se sientan corresponsables

Talca:  Transformaciones y agenda municipal.  En 40 años Talca se ha transformado profun­damente. De casi 70.000 habi­tantes que tenía en 1960 pasó a 230.000 en 2012. Proliferaron el retail, los malls, los edificios en al­tura y centros universitarios. Tam­bién se intensificaron el comercio informal, la segregación social, y la expansión urbana a costa de sue­lo agrícola. Surgieron nuevos pro­blemas: contaminación ambiental, congestión vehicular, la descon­fianza y el estrés urbano. Súmese a ello el terremoto de 2010, que aceleró la transformación de uno de los centros históricos más gran­des de las ciudades intermedias chilenas, poniendo en tensión pa­trimonios relevantes como las Es­cuelas Concentradas y el Mercado Central, entre otros. En 40 años, en el contexto de transformacio­nes neoliberales, Talca comienza a borrar su pasado pueblerino y a evidenciar problemas metropolita­nos, manteniéndose, sin embargo, como ciudad intermedia.

Dichas transformaciones han teni­do un correlato débil con la gestión local. Carecemos de un Proyecto de Ciudad’ para orientar los cam­bios.

Aún con debilidades, las últimas dos gestiones municipales intenta­ron dar una cierta dirección a su acción. Durante la administración de Patricio Herrera (PS), se desa­rrolló una gestión con acento en la participación ciudadana. De he­cho, se realizó el primer ejercicio de presupuesto participativo de la comuna: emergieron los territo­rios y sus particularidades como interlocutores con el Municipio. Durante los periodos de Juan Cas­tro (UDI), recogiendo aspiraciones vinculadas a la limpieza, embelle­cimiento y «dinamización» de la ciudad, la gestión se concentra en mejorar espacios públicos emble­máticos y una nutrida cartelera de actividades masivas. Son dos visio­nes distintas.

La última elección municipal, don­de Castro pasa de 31 a 42 mil vo­tos, parece marcar un punto de inflexión en la evaluación de la gestión municipal. Su gestión in­terpretaría la aspiración de los talquinos, sin embargo, al mismo tiempo, su estilo de gestión y un conjunto de decisiones post terre­moto, le generaron serios conflic­tos con organizaciones ciudadanas; su legitimidad social parece haber sido lesionada. Súmese a ello que en asuntos como la salud, segrega­ción, educación, transporte, conta­minación, gestión de los desechos, resguardo y puesta en valor del patrimonio y la participación ciu­dadana, hoy estarían ausentes. La agenda municipal parece ser efec­tiva, pero estrecha.

Reflexión ciudadana.  Así como en 2004 con la Agenda Urbana para Talca y en 2008 con el Foro con candidatos a alcalde Talca ¿con qué ciudad soñamos?, para el trienio 2014-2016, la Escuela de Líderes de Ciudad -ELCI- se propo­ne apoyar a grupos de ciudadanos y actores técnico-políticos en la construcción de agendas que ani­men el próximo debate municipal. Creemos que en Talca existe una masa crítica ciudadana capaz de pasar del reclamo a la idea, a la propuesta y a la incidencia, que es el momento justo para repensar el desarrollo de nuestra ciudad y de­finir su horizonte de transforma­ción para los próximos veinte años. Con el Seminario Taller «Talca al 2016: ¿Qué agenda? ¿Qué gestión municipal?» del sábado 25 de ene­ro iniciamos este camino, y em­pezamos a buscar respuestas que aquí compartimos.

¿Qué tipo de desarrollo quere­mos para nuestra ciudad? Uno surgido a raíz de las confianzas generadas entre distintos actores confluyendo en una visión compar­tida de Talca. Que la concibe no como un espacio donde comprar, vender o invertir, sino una ciudad donde nos desarrollamos a pleni­tud.

Partimos valorando lo positivo que tenemos: la convivencia, la escala, la cercanía con la naturaleza. Es importante que Talca se reconozca como una ciudad rural, con valores y prácticas distintivas y saque pro­vecho de aquello.

El “Buen Vivir» puede ser un pun­to de llegada. Apostar por un desa­rrollo «a la medida de esta ciudad». Santiago no puede ser el referente. Talca es distinta: una ciudad inter­media con fuertes características de ciudad agraria, vida comunita­ria y familiar.

Incorporamos el concepto de sus- tentabilidad y lo aplicamos a asun­tos como transporte, gestión de desechos, energía, entre otros. Un uso inteligente de los recursos ac­tuales nos asegura una buena con­dición de vida futura.

Lo anterior, requiere de un nue­vo trato autoridades-ciudadanía, que supere la crisis de representa- tividad y transforme el espacio lo­cal en ejercicio de construcción de ciudadanías.

¿Es posible compatibilizar una ciudad construida entre to­dos con una gestión eficiente y con el éxito electoral? Es posi­ble, aunque no es fácil. Tendemos a pensar a corto plazo y la organi­zación ciudadana aún no es capaz de instalar agendas que trascien­dan una determinada gestión mu­nicipal. Asimismo, las personas tenemos muy pocas expectativas de lo que el municipio puede ha­cer y por eso somos poco exigen­tes. Lo anterior hace que alcaldes tiendan a imponer sus agendas sin real contrapeso y control ciudada­no y releven cuestiones efectistas, que otorgan rápido rédito electo­ral, pero que no apuntan a un desa­rrollo sustentable a largo plazo. Es más sencillo gobernar buscando la aprobación inmediata que un pro­yecto de ciudad compartido. Pero la ciudadanía se ha empoderado y hoy está en mejor pie para insta­lar demandas de mediano y largo plazo.

¿Qué tipo de gestión municipal necesitamos en Talca?  Una ges­tión municipal que incorpore la par­ticipación ciudadana y promueva procesos activos en que los ciuda­danos se sientan corresponsables. Evitando el asistencialismo y la de­pendencia, la municipalidad debe asumir un rol pedagógico en la construcción de una cultura de in- volucramiento basada en el ejerci­cio de derechos, que resulte en un proyecto de comuna compartido. Finalmente, se requiere una ges­tión que apunte a la equidad te­rritorial y que no concentre la inversión o el cuidado del espacio público y la calidad solo en secto­res con mayor flujo y visibilidad, sino que tienda a poner pisos de calidad de vida en toda la comuna. Una gestión de este tipo solo pue­de existir basada en una propuesta de trabajo que contenga objetivos claros y compartidos por la mayo­ría. El desafío que se nos presenta para la próxima discusión munici­pal es hacer protagonista al pro­grama de cada candidato. Para ello se requiere trabajo sistemático de ciudadanos con interés en levantar propuestas, difundirlas y defen­derlas. Ese es el horizonte de los próximos 3 años.

Fuente: Diario El Centro, domingo 2 de febrero de 2014

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