Santiago es una ciudad dividida, entre ricos y pobres, poderosos y no poderosos, integrados con voz y excluidos sin voz.
En estos días, el Ministerio de Obras Públicas presentó su propuesta para la licitación de la autopista Vespucio Oriente con un trazado que causó gran difusión y discusión pública. Los vecinos, las autoridades de las comunas (Las Condes, Ñuñoa, La Reina entre otras) que se consideraban afectadas por el nuevo trazado, protestaron. Sus reclamos tuvieron amplia cobertura en la prensa y en la televisión. Un candidato presidencial apareció en televisión señalando que no había nada definitivo, que todo estaba en estudio. La ministra rectificó su propuesta.
Simultáneamente, en estos días, EFE, Empresa de Ferrocarriles del Estado, se dispone a iniciar el proyecto «Mejoramiento Integral Infraestructura Ferroviaria Tramo Santiago-Rancagua».
La idea es mejorar la conectividad entre Santiago y Rancagua ampliando la actual vía férrea de dos a cuatro vías, para alcanzar un flujo de un tren cada 4 minutos. Todo esto está bien, si no fuera que esa ampliación causará problema de seguridad, acústicos, a lo largo de las comunas de Estación Central, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo. Aun así, se podría argumentar que es el costo del progreso. Pero si ya desde años la vía férrea fragmenta comunas en la zona sur, el proyecto contempla lo que denominan «confinamiento de las vías». Esto es, muros de alrededor de 5 metros de altura a ambos costados de las cuatro vías. Hay que imaginar lo brutal que es esto para los vecinos y poblaciones. Si hoy están fragmentados por la vía férrea, mañana quedarán confinados totalmente detrás de esta nueva muralla china.
Las razones aducidas son las de siempre: de costos. Se quiere invertir lo menos posible en la infraestructura, y luego se privatiza el servicio. Pero si se piensa que efectivamente algún día el país pueda tener ferrocarriles de alta velocidad, se requiere, como en muchas partes del mundo, hundir las vías. Es caro. Es una inversión a mediano y largo plazo, y esto va contra la lógica del retorno económico inmediato. El cambio urbano positivo que ocurriría en la superficie de las comunas actualmente fragmentadas por el tren, bien vale la inversión.
De las dos propuestas del gobierno mencionadas, en una la argumentación técnica se adapta a la voz de los vecinos; en la otra, la argumentación técnica se impone sobre la voz de los vecinos. Los técnicos no viven ahí. Son las asimetrías de Santiago.